ADIÓS. El amor no es ciego, solo te taparon los ojos




En 2019 la autora Cielo Latini volvió con Adiós, alcanzando rápidamente  el puesto número uno en el ranking  de ventas, ennmarcándose a sí mismo como thriller psicológico, cautivante e hipnótico. Es una historia de violencia invisible, indenunciable.


Sinopsis

Adiós es el intento de una mujer joven por deshacerse del fantasma de un hombre al que amó. La protagonista cuenta su historia como una despedida, despellejándose el dolor.

Helena es una chica de veintidós años que se enamora instantáneamente de Jaime, el médico cirujano cuarentón que la convence de que no necesita una cirugía de aumento mamario que le sugiere su novio. Muy pronto Helena y Jaime se mandan correos diarios y se zambullen en una relación: hay entre ellos una sensación de almas gemelas inmediata. “No es normal amarse tanto”, repiten uno y otro.

Sin embargo, Helena va descubriendo con perplejidad que Jaime cambia y muestra otra cara. ¿Esconde un secreto o varios? La relación se hace tóxica, turbia. Progresivamente, lo que era un romance idílico se convierte en una adicción de la que no sabe salir. Sin la mirada de Jaime, Helena se siente invalidada. Sin embargo, logra sobreponerse y se convierte en una detective con una única misión: desenmascarar a su marido.


Hablemos de Adiós

Adiós es hasta el momento la novela favorita de la autora y podemos observar en ella un gran cambio como escritora en comparación con su primer libro “Abzurdah: La perturbadora historia de una adolescente”. Si bien las relaciones descriptas en ambos ejemplares son complicadas y poco sanas, el relato es más elaborado y se puede percibir una voz narradora mucha más madura, que no está marcada por la rapidez de las acciones y las palabras impulsivas  de una muy joven e inestable Cielo.

La historia será narrada desde la perspectiva de Helena, una chica de veintidós años, estudiante de periodismo. En un principio ella mantenía con Gustavo una relación basada en la violencia pasiva-agresiva, que según la protagonista era difícil de identificar. Él pretendía controlarla y le sugirió una mamoplastía para que le vaya bien en la vida y en cualquier aspecto de esta. Le hizo caso y casi de inmediato concurrieron al consultorio del cirujano plástico Jaime Galante, el mejor médico de La Plata. Finalmente ella decide no operarse, sin embargo sí acepta retirarse un lunar del rostro.

El doctor le demuestra que tiene interés en ella leyendo sus reportes, conversando de manera encantadora y atrapante. Helena queda encandilada por Jaime, ese hombre caracterizado por su magnetismo, en todos los sentidos. Inteligente, culto, atractivo y carismático logra captar la atención de las personas que lo rodean.  Comienzan a conversar periódicamente a través de correos electrónicos, cuyo medio de comunicación es muy utilizado por los personajess en las demás obras de la autora, y casi sin pensarlo Helena, esa frágil niña rota por amor en un no muy lejano pasado, se sumerge en los brazos de Jaime.

El tiempo transcurre y la protagonista va conociendo cada día más a la persona dueña de su interés amoroso. Un dato importante hasta aquí es que él es un mujeriego, en sus confesiones profesa dejar de lado a sus muchas amantes para comproterse definitivamente con Helena pero... ¿esto es realmente así?

La joven se enamora y vive con él momentos únicos e inolvidables. Aunque varias veces descubrió fotografías comprometedoras que sugerían ser recientes, e-mails sospechosos y amenazantes, ella continuó con esa relación. Al poco tiempo Jaime empezó a mostrar una cara completamente desconocida y ante el más mínimo  reproche se tornaba violento y gritaba enfurecido culpando de lo sucedido a la muchacha. Sin embargo, luego de estos hechos venía el arrepentimiento y las palabras de cariño que lograban enternecerla, ella  necesitaba creer en sus palabras y promesas.

La violencia invisible

Jaime, un hombre de carisma y personalidad irresistibles, da inicio a una serie de actitudes  completamente diferentes a las conocidas por Helena. ¿Escapamos de esa relación? o ¿continuámos esperando la transformación mágica? La joven decidió esperar la transformación mágica, esa que definitivamente nunca llegaría.

La violencia narrada en Adiós no es física, es más bien psicológica. Helena se arriesga y convive con este hombre. A los pocos meses de novios tienen un hijo, incluso llegan a casarse, pero la vida para ella en matrimonio no es fácil y tiene que enfrentarse continuamente a su marido que la deja prácticamente sola y dedicada exclusivamente al cuidado del bebé y de la casa, de esta manera sus estudios en la universidad quedan truncados.

Ante tanta soledad, cansancio físico y mental desea volver a la universidad y dedicarse un tiempo para ella, pero Jaime la hace sentir culpable por dejar solo a su hijo  y objeta que el estudio no era necesario, que tenían todo para estar bien. Ante esto Helena acepta, una vez más, que se estaba equivocando por pensar de esa manera y no en su familia. Estas manipulaciones se hacen constantes en su vida generando en ella un sentimiento de infelicidad infinita que no sabe como manejar.

Es preciso tener en cuenta que a lo largo del relato la protagonista vive dentro de un matrimonio que pareciera ser de cartón. Jaime crea en una debilitida Helena el pensamiento de que sin él no podrá sobrevivir porque sola no es capaz de hacerlo. El dolor emocional que produce la destruye paulatinamente dejando un vacío que no es posible llenar. Ambos se esconden detrás de una ventana con vidrios espejados, engañándose a sí mismos y a los demás. Él no la deja ir y ella cree que su pareja no es mala y en pequeños gestos amables intenta ver sus partes positivas, por ejemplo: es un hombre protector y la cuida. Pero la realidad es distinta, su relación se fundamente en la incertidubre, la inseguridad y la continua sospecha de una tercera en discordia que al final del relato comprobará.

Por otro lado, Helena experimenta una gran sensación de soledad. Ella tiene todo, vive en un hermoso barrio privado, en una casa enorme y bella sin embargo allí no se encuentra a gusto. Su marido la ignora, nunca está en su casa, llega de madrugada y realiza viajes dudosos continuamente. El desprecio que percibe la consume, la deprime y es así como toma la decisión, incitada por él, de consumir algunas pastillas para aliviar su constante nerviosismo.

Nunca hubo una trompada, nunca un golpe pero Jaime lograba  dejarla pequeñita hasta el punto de sentir perder toda identidad.

Traumas reprimidos de la infancia

A medida que el relato avanza, la protagonista recuerda un hecho grave que la ha marcado en su infancia pero que lo mantenía reprimido a lo largo de su vida. El abuso sexual sufrido por su primo a la edad de siete años ha dejado secuelas  en su desarrollo emocional. Comprende que tantas inseguridades y su falta de autoestima tenían una razón que su psiquis simplemente eligió olvidar.

 La superación personal

Dejá, andá a pelotudear con tus amigas dice, yo lo ignoro y sigo ayudando. No, no, dejá, que acá hace todo el pelotudo. Se me escapa una frase: estás bastante equivocado si te parece que ayudar un sábado a levantar juguetes es hacer todo. Me arrepiento enseguida pero no puedo parar, digo: pará, pará un poquito... un día a la semana te toca encargarte, ¿qué gritás? Me planto rompiendo el pacto invisible que dice que el que grita en la casa es él. No quiero que me grite nunca más. (Adiós 2019. Página 181)
Llegamos al momento que todo lector empedernido esperaba, el cambio de posición y la contradicción al hombre que tanto la martilizaba. Obviamente Jaime no está acostumbrado a esa clase de contestación y ante la negativa exclama a gritos la frase: me voy a la mierda.
La violencia no tiene que ser siempre una trompada o un cachetazo. Violencia es denostar y castigar con silencio, gritar y maltratar todos los días para que la dignidad se rebaje cada vez más. En poco tiempo ya no queda nada de vos.
La empuja contra la pared, la toma del cuello y gritando en una secuencia que pareciera correr en cámara lenta dice: me voy yo así no te termino matando.

La conversación con amigas, el descargo emocional de un matrimonio frustrado, una vida familiar que era de papel, las infidelidades, las amenazas se sanan contando. Helena se dió cuenta de que no podía hacer más que sanar contando su historia. No había ninguna denuncia que pudiera hacer: su violencia es la invisible, la incomprobable.

¿Qué sucede cuando finalmente se abren los ojos? Se cierran ciclos y comienzan otros. Con todo el dolor del mundo Helena intenta dejar todo atrás. Reflexiona: el hombre del cual se enamoró nunca existió, fue un espejismo. Se arrepiente de lo vivido y de las cosas que hizo arrastrada por la desesperación, al nivel de autodesprecio al que había sucumbido.

El final... se los dejo a ustedes.


Curiosidades

  • La novela pareciera ser una continuación de Abzurdah y de esta manera logra confundir al lector que sisgue sus obras. Sin embargo, esto no es tan así ya que Cielo Latini afirma que se basó en sus experiencias y en las de otras mujeres.
  • Adiós en un principio fue estructurada de una manera diferente, cada capítulo sería narrado desde la mirada de Helena y Jaime, pero la autora cambió de planes ya que no creía que podía desarrollar el relato desde la mirada del antagonista masculino.
  • Cielo adelantó que hay negociaciones en puerta para la versión cinematográfica de Adiós.
  • Según la autora, los traumas sufridos en la infancia por Helana son completamente autobiográficos.

 Opinión

La novela me gustó mucho. No obstante, creo que la narración por momentos se detiene y se torna densa condesando sus páginas en los sentimientos y pensamientos de la protagonista dejando de lado la acción. Como dije anteriormente, se nota una escritora más madura que transitó por otros caminos de lectura pero la misma temática en todas sus obras es extremadamente repetitiva. Me gustaría leer a una Cielo Latini que se arriesga a adentrarse en otros géneros, cuestiones,  historias, escenarios y personajes diferentes.



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